Patria, una construcción colectiva

La patria no es solo un territorio o un conjunto de símbolos. Es una construcción colectiva y un valor en constante evolución. En el marco del mes patrio, docentes del Departamento de Sociales, nos comparten esta reflexión educativa.

Cada año, en el noveno mes, se hacen esfuerzos por destacar elementos vinculados a las fiestas patrias.

Hace 204 años, la región Centroamericana vivió un proceso de separación político-administrativa de la decadente Corona Española de aquella época. En el continente, la experiencia fue distinta a la de otros territorios, pues, para lograr la independencia, las élites de poder económico alcanzaron un acuerdo o pacto que llevó a la firma de un acta el 15 de septiembre de 1821, que establecía dicha separación. No hubo guerras previas, pero sí conflictos posteriores una vez terminó el sueño de integración que Francisco Morazán impulsó con la Federación de Estados Centroamericanos. Su ruptura nos embarcó a navegar individualmente en la nueva dinámica mundial que la expansión de Europa emprendió a finales del siglo XIX.

Ya en el siglo pasado, fueron muchos los esfuerzos, también de las élites, por inyectar un sentido de identidad nacional a través de diversas iniciativas en los ámbitos arquitectónico, económico, cultural y social. Dichas acciones intentaron, sin éxito, fomentar una sola identidad, pues la diversidad de las mayorías se impuso con fuerza hasta 1932, cuando silenciaron una lengua original, costumbres y manifestaciones culturales de una manera drástica. Y así permanecieron, calladas por mucho tiempo, hasta que recientemente, gracias a iniciativas de la sociedad civil, han salido a la luz para no dejar morir, por ejemplo, el náhuat, nuestra lengua madre.

El sentido de identidad nacional es hoy mucho más complejo de comprender. En el caso de El Salvador, pareciera que no es posible encontrar elementos que nos hagan identificarnos como salvadoreños y menos aún sentirnos orgullosos del país del que somos parte. Sin embargo, encuentro que de sobra hay aspectos que nos identifican: la gastronomía con comidas específicas que tienen al maíz como base, como en toda Mesoamérica; por otro lado, el territorio con lugares hermosos y únicos; o también las formas de expresión propias de algunos sitios; o las maneras distintas de comportamiento de las personas en variedad de zonas del país, entre otros. De todos esos elementos nos vamos apropiando, los hacemos parte nuestra, y los transmitimos a otros, sin tener la conciencia de que con ellos construimos algo más que tradición.

Es por lo anterior que promover, en este mes de septiembre, el rescate de tradiciones, costumbres, resaltar elementos culturales y practicar honores a nuestros símbolos patrios, y realizar preparativos para la conmemoración de la independencia, debemos hacerlo con la importancia que amerita, pues con todo ello ayudamos a construir la Patria.

La patria no es solo un territorio o un conjunto de símbolos. Es una construcción colectiva y un valor en constante evolución. Ser ciudadano de una patria implica una participación activa en esa construcción. Los valores patrios como la solidaridad, la justicia, la honestidad y el respeto no se celebran únicamente con actos cívicos en septiembre. Se viven a diario en nuestras interacciones, en el respeto por el medio ambiente y el compromiso con el bienestar de la comunidad.

En este sentido, la Patria es el resultado de la suma de todas nuestras acciones, grandes y pequeñas. Es el esfuerzo de quien trabaja con honradez, de quien cuida un parque, de quien enseña con vocación y servicio o de quien defiende los derechos de los demás. Comprender que nuestra identidad no es estática, sino que se moldea con cada uno de nuestros actos, nos empodera para ser agentes de cambio. Al honrar a nuestra patria, no solo recordamos un pasado, sino que también nos comprometemos a forjar un futuro más justo y próspero para todos. La patria es el legado que recibimos, pero también el que dejamos a las próximas generaciones, construido con nuestro ejemplo y nuestra labor.

Por Celia Tamayo y Mirna Elizabeth Benítez

Docentes del Departamento de Sociales