La mayoría del tiempo nos la pasamos compartiendo historias con los demás, y las escuchamos y las narramos de formas apasionadas, sean historias que nada tienen que ver con nosotros, como aquellas de las que somos parte. Nos gusta escuchar y conocer historias, el mundo está hecho de ellas, y vienen a nosotros por medio de la música, la cinematografía y el teatro, sin embargo, son solo unos pocos los que descubren estas historias por medio de la palabra escrita dentro de un libro.
Resulta curioso que los seres humanos tengamos la necesidad de marcar y celebrar para honrar algo importante y poder reflexionar sobre la existencia, valorar logros o aspectos de la vida que nos conectan entre otros, reconocer, dar visibilidad a temas o figuras que impactan nuestras vidas, y cómo puede esperarse, la historia detrás del Día del Libro es maravillosa, justo como debe serlo.
Todo nace en Europa, en España, específicamente en Cataluña, con San Jorge. Que era todo un caballero cristiano de la Edad Media. San Jorge vivía en un pueblo lejano, cuyo nombre es desconocido (¡Cómo es de esperarse!). Este pueblo era atormentado por un enorme dragón que siempre llegaba a ocasionar el caos. Debido a esto, siempre era ofrendado con sacrificios de animales que solían calmarlo, pero de pronto el dragón exigió una víctima humana. Así que el rey para salvar a su pueblo decidió sacrificar a su hija. Justo cuando la princesa estaba a punto de ser devorada, San Jorge llegó al pueblo montado en su caballo y armado con una enorme lanza. Luchó valientemente contra el dragón. Lo venció atravesando su lanza directo al corazón. De la sangre del dragón creció un enorme rosal. Como muestra de agradecimiento, la princesa le regaló una de esas rosas al valiente caballero que la salvó. Desde entonces en Cataluña y en otros países, el 23 de abril se celebra el día de San Jorge, donde es tradición que los hombres regalen una rosa…pero esto ¿qué tiene que ver con los libros? Bueno, eso no es todo…Casualmente, la UNESCO, toma la misma fecha para rendir homenaje mundial al libro, por razones destinadas en el mundo literario: el 23 de abril de 1616 es una fecha simbólica debido a que fue en la que fallecieron Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega, y, por si fuera poco, también en diferentes años, pero siempre un 23 de abril, nacían o morían, otros escritores como: Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo.
De este modo ambas historias se interceptan y se fusionan dejándonos una hermosa tradición de que cada 23 de abril se celebra y se le rinde homenaje a la lectura obsequiando libros y rosas, en honor a San Jorge.
Toda festividad se comparte, sin embargo, una investigación en 2005 del Centro de Opinión Pública (COP) de la Universidad Francisco Gavidia y Opinionmeter de El Salvador, asegura que un 51.15% de la población salvadoreña, asegura nunca haber leído un libro completo en su vida. Casi la mitad de los salvadoreños (48.75%) afirma no haber visitado nunca una biblioteca; el 33.30% dice que no lee porque no tiene tiempo y un 20.10% rechaza la lectura por considerarla aburrida. Sin embargo, años después, la coyuntura no ha mostrado un cambio favorable, ya que un artículo de La Prensa Gráfica indica que en el 2023, el 62.8% de los estudiantes salvadoreños de 15 y 16 años no alcanzan los niveles básicos de conocimientos en matemáticas, ciencias y lectura para participar de forma óptima en la sociedad, revelan los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) 2022, ejecutado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“En cuanto a lectura, el 72 % de los alumnos no alcanza el nivel básico. En lectura, apenas el 0.1 % se ubica en los niveles más altos, donde los alumnos tienen la capacidad de comprender textos largos, así como inferir cuál es la información relevante, aun cuando pueda pasarse por alto fácilmente”.
Ante este panorama tan desalentador, festividades de este tipo toman mayor importancia cuando conocemos el porcentaje lector del país que se traduce como poco interés en el conocimiento en cualquiera de sus ramas.
Los ciudadanos no consideramos que fomentar la lectura significa construir puentes de referencias que nos ayudan a entender cómo funciona la sociedad y el mundo. Por lo tanto, el día Internacional del Libro, representa una oportunidad de acercar a todas las edades al mundo de los libros y por consiguiente al valor de la lectura, la curiosidad, el desarrollo del lenguaje y la capacidad de construir un pensamiento asertivo y crítico. Al reconocer las bondades de esta celebración como padres o docentes, contribuimos a construir una generación más sensible, creativa y empática, pues le damos a los niños y jóvenes la opción de descubrir por su mismo interés, la historia o libro que más le llame la atención, y eso es una estrategia fundamental positiva para fomentar el amor por la lectura.
Cuando los niños leen libros que les interesan, desarrollan una mayor comprensión del texto, mejoran su vocabulario y se sienten más cómodos con el acto de leer en general. Esta autonomía en la elección también les enseña a ser lectores activos y críticos, pues aprenden a elegir qué historias y temas les atraen.
Del mismo modo las lecturas pueden encontrarse en diferentes formatos como novelas gráficas y cómics, que resultan muy atractivas para las infancias y juventudes. Muchas de ellas pueden encontrarse en formato digital y de manera gratuita.
Todo este esfuerzo no es meramente responsabilidad de las infancias y juventudes, sino que nosotros como adultos, padres y docentes jugamos un rol importante como guía de este proceso por medio del ejemplo y contextualización del producto literario. De esta forma, lejos de hacer que la lectura sea una actividad solitaria, compartir lecturas y discutirlas con el niño también favorece su disposición hacia los libros. Además, formar parte de este proceso nos permite llevar un monitoreo no invasivo de que es lo que leen, pues existen libros que no son para ciertas edades. Leer juntos y hablar sobre las historias, personajes y lecciones que se pueden extraer de los libros ayuda a que las infancias vean a la lectura como una experiencia enriquecedora. De este modo, los textos más desafiantes o complejos pueden ser percibidos como algo que se puede disfrutar y comprender mejor cuando se hace en compañía.
Cuando un niño tiene la libertad de seleccionar qué leer, se siente más motivado y responsable de su proceso de lectura. Esta autonomía no solo hace que la lectura sea una experiencia más placentera, sino que también establece una base sólida para aceptar más adelante libros de lectura obligatoria, como los del canon literario que no suelen resonar con los intereses de los jóvenes, puedan ser familiares y abordados de forma gradual para evitar que se conviertan en una tarea desagradable.
Así, no podemos subestimar el poder transformador de los libros. Son ellos los que nos permiten imaginar más allá de nuestros propios límites, cuestionar el mundo y sus formas, y construir una base sólida sobre la cual seguir creciendo. La lectura es la piedra angular sobre la que se edifica todo el conocimiento, una herramienta imprescindible para el progreso personal y colectivo.
Un libro y una rosa.
¡Feliz día Internacional del Libro!
Evelyn Alejandra Valle Rodríguez
Docente de Lenguaje y Literatura